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viernes, 26 de octubre de 2007

Vivir con y no morir de VIH/SIDA

Cada minuto 9 adultos se infectan con el Virus Inmunodeficiencia Humana. Cada minuto 4 jóvenes entre 15 y 24 años de edad se infectan del VIH. Cada minuto 6 personas mueren de Síndrome de Inmunodeficiencia Adquirida. ¿Está usted en riesgo?

Sí. Todas las personas corremos el riesgo de ser infectados por el VIH. El VIH no es como se creía antes, no es un “castigo para los homosexuales” y para “mujeres promiscuas”, sino que es una enfermedad que no discrimina; se puede encontrar en hombres, mujeres y niños de distintas edades, culturas, religiones, etc. Podemos evitar ser contagiados del VIH y otras enfermedades venéreas con prácticas sexuales seguras. Estas son: Abstinencia, uso del preservativo (condón) y la fidelidad de pareja.

La principal manera de responder a la epidemia del VIH/SIDA es la educación. Una educación sin prejuicios sobre sexualidad, pero sobretodo, el afecto. Muchas veces las mujeres no exigirán a sus parejas masculinas utilizar un preservativo si ellos no lo desean. Este tipo de casos se deben cambiar; todos tenemos derecho a sentirnos seguros con la pareja de nuestra elección, y en una relación, los involucrados deben ser semejantes. Sin embargo, debido a la cultura latinoamericana en general y la falta de educación, se ha visto un incremento de esposas amas de casa infectadas por el VIH, en parte por la sumisión que tienen hacia sus maridos y no exigirles el uso de protección o fidelidad.

En el Taller Mitos y Realidades sobre el VIH/SIDA, el trabajador social del Centro de Investigación y Promoción para América Central en Derechos Humanos, Adrián Calvo, expresó como para muchas personas que viven con VIH lo más difícil es la muerte social.

Una vez que se corre la noticia de que él o ella son personas que viven con VIH, se da un rechazo por parte de la sociedad, y muchas veces de la familia y amigos que los segregan de actividades que solían hacer. Esta muerte social lleva a muchas personas a depresiones muy fuertes e incluso al suicidio.

Ser diagnosticado con VIH no es una sentencia de muerte. Con el tratamiento adecuado de fármacos antirretrovirales, el apoyo de familia y amigos y la aceptación social, las personas con VIH pueden seguir viviendo su vida con plenitud y dignidad.

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